Relegado a los confines del reloj, ese que me da las migajas de un tiempo que no es mío, las sobras del crepúsculo entristecido y te niega en la noche, sombras en el día, y la neblina de la madrugada no me permite ver más allá.
Nublado, sin tiempo sin nada, solo con esas miagas que se caen de la mesa y son devoradas por ratones hambrientos.
Tiempo verde, tiempo sin tiempo, con olor a manos sudorosas que han manoseado el papel que compra los minutos.
Papeles que llevan el ser con la mañana y lo retornan con la noche, miseria humana que roba la escancia del ser, que roba los momentos que no tienen valor.
Nelson Quiroga
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