“Un poema de amor lleno de metáforas que nos invita a soñar a expresarnos a través de la magia y del sentimiento de lo irreal haciéndolo tangible por medio de palabras llevadas a ese ser amado”
País de hadas
VALLES de sombra y aguas apagadas
y bosques como nubes,
que ocultan su contorno
en un fluir de lágrimas.
VALLES de sombra y aguas apagadas
y bosques como nubes,
que ocultan su contorno
en un fluir de lágrimas.
Allí crecen y menguan unas enormes lunas,
una vez y otra vez, a cada instante,
en canto que la noche se desliza,
y avanzan siempre, inquietas,
y apagan el temblor de los luceros
con el aliento de su rostro blanco.
una vez y otra vez, a cada instante,
en canto que la noche se desliza,
y avanzan siempre, inquietas,
y apagan el temblor de los luceros
con el aliento de su rostro blanco.
Cuando el reloj lunar señala medianoche,
una luna más fina y transparente
desciende, poco a poco,
con el centro en la cumbre
de una sierra elevada,
y de su vasto disco
se deslizan los velos dulcemente
sobre aldeas y estancias,
por doquier; sobre extrañas
florestas, sobre el mar
y sobre los espíritus que vuelan
y las cosas dormidas:
y todo lo sepultan
en un gran laberinto luminoso.
¡Ah, entonces! ¡Qué profunda
es la pasión que ponen en su sueño!
Despiertan con el día,
y sus lienzos de luna
se ciernen ya en el cielo,
con inquietas borrascas,
y a todo se parecen: más que nada
semejan un albatros amarillo.
Y aquella luna no les sirve nunca
para lo mismo: en tienda
se trocará otra vez, extravagante.
Pero ya sus pedazos pequeñitos
se tornan leve lluvia,
y aquellas mariposas de la Tierra
que vuelan, afanosas del celaje,
y bajan nuevamente,
sin contentarse nunca,
nos traen una muestra,
prendida de sus alas temblorosas.
(Versión de Màrie Montand - Original de Edgar Alan Poe)
“Esta poesía de amor es una de mis favoritas de por si Edgar Allan Poe tiene un estilo bastante particular por no decir que encantador”
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